miércoles, 19 de mayo de 2010

Memoria.

Mi memoria es aquella cueva.


Con el calor encalábamos sus paredes;

a Julio el gato lo encerrábamos en una jaula ( pisaba la cal y dejaba sus huellas

por el suelo y muebles); abríamos las ventanas

y entraba un calor dulce que me alegraba, ella encalaba más que yo,

yo sólo la miraba más. Miraba sus mallas, su sujetador…Su corazón era como aquella

cal, puro y desinfectante. Terminábamos. Alguno preparaba la cena

y Julio salía de su jaula y reclamaba su parte de cena. Nos miraba mientras zampábamos. Los

tres pares de ojos observándose entre sí. Si eso no era felicidad se parecía mucho; tengo

miedo a que mi memoria adquiera forma de habitación cuadrada. Es tan triste la vida de llanto

vecinal.

Julio,

Teresa, rezar por mí, rezar porque mi memoria y mi alma se mantenga libre en su

irregularidad, como las paredes de vuestro templo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario