No importa el color de aquel coche,
sólo que llegamos hasta el filo del mar de Portugal
aquel verano de playa ciega y muda.
VEO CIENTOS. CIENTOS DE LIMONES FUTURISTAS
POR LAS CALLES MANCHADAS DE ORINA.
Dime si el coche que a veces pasa bajo mi puerta
es el mismo que nos condujo hasta el precipicio,
éste sí,
negro y sin matices.
JA.JA
JA.
Riete tú del hambre que pasamos alimentándonos de tabaco.
domingo, 18 de abril de 2010
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