sábado, 24 de abril de 2010

El microbio se alimentó.


Envenenó a las otras bacterias,

se convirtió en un hombre y construyó un refugio.

Cultivó la tierra, se hizo preguntas.

No encontró a ningún otro individuo

en cien millones de kilómetros a la redonda.

Inventó la rueda y luego el ordenador de sobremesa.

Lo encendió.

Navegó por internet, encontró fotos de su cabaña.

Dejó de comer. En silencio se extinguió la humanidad.

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