lunes, 12 de abril de 2010

Síndrome floración

Síndrome floración.




A primera hora de la mañana es el sol un vómito ácido e inesperado brillando en tus pupilas. Siete de la mañana y deberías haber dormido más. Cien selvas arden en tu estómago. Por este orden:

analgésicos, quetamina, alcohol, lucidez.

Tumbada en el balcón, el calor oscuro apenas asoma los dedos, las palabras se incendian rotundas en el aire. Ciudad germen, maraña de ideas,

Qué risa ¡un nido azul de tarántulas! Algunos años atrás sentías haber comenzado algún tipo de enfermedad no reconocida, una aguja fina de sal cristalina incrustándose en tu columna. Tu estructura engrasada con pus lista para aplastar hormigas. El bulevar siempre pesado, y en el centro, las baldosas de mármol irritante. Puedes andar por ciudades inmensas y sentirse igual de sola. Soledad de adoquín sucio, soledad como don defectuoso del que no puedes aprender nada ahora. Soledad confiada a cualquier encuentro, en cualquier calle. El campo empieza a ponerse tan verde como tu colchón.

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